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en el Cenard, antes de viajar a un importante torneo. El doctor me dijo que me tenía que operar, y que si el tumor era maligno me iban a sacar un testículo. El día que me desperté después de la operación, me toqué y me di cuenta que me faltaba un testículo, la verdad que fue un shock muy grande. El oncólogo me dijo que tenía 40% de chances de que me vuelva, y que tenía que hacer quimioterapia. En ese momento preferí no hacerla y realizarme estudios todos los meses. Al segundo mes me detectaron que el cáncer había vuelto y tomado el pulmón y parte del estómago. No me quedó otra que empezar la quimio. Recuerdo una vez, recién empezado el tratamiento, quise salir a correr y me encontré tan débil que no pude correr ni diez metros. Lo que más me sirvió, como motivante, fue el libro de Lance Armstrong, ya que era un deportista de alto rendimiento que pudo superar la enfermedad y seguir siendo exitoso en su deporte. El apoyo de mi familia, la recreación, el deporte y la alimentación me sirvieron muchísimo para poder encarar la recuperación. Para mi, mirar el cáncer del lado de la vida, es mirar siempre hacia adelante y pensar que se puede. En mi primer partido después de la enfermedad sentí una sensación de vitalidad increíble. El mensaje que le dejo a la gente es que el cáncer se puede curar y nunca hay que perder las esperanzas.